La mañana y su mágico desierto
su deambular cansino y sinsentido
el espejo es un rostro forajido
que escapa de lo inútil y lo incierto.
La mañana se arrastra como un muerto
a quien ya no le sobra ni un quejido
su alma ya no está aquí, ya se ha movido
como un barco zarpó ya hacia otro puerto.
La mañana persigue una tormenta
que augura cierta paz y un desenlace
fructífero a la sombra de una insana
alegría mediocre. Pongo en venta
mi esperanza y temor que aún hoy me nace
aunque sé que la espera será vana.