Con la madre:
-Tanto te gusta decir eso?- preguntó el jóven a la madre que le reprochaba una actitud, que según ella desobedecía a las leyes morales.
-Perdoname. Pero es que te quiero tanto que mi amor no conoce los límites de la prudencia. Tendrías que ser madre para entenderme- contestó la madre.
-En ese caso, vos tendrías que ser tu hijo para entenderme.
Con el Padre:
Llega la noche, es la hora del noticiero. El hombre, ya mayor, se hubica frente al televisor. El niño, a un costado, frente a la computadora. Ninguno habla.
1 comentario:
Rubén, pasa eso que describes. Yo no culparía a los medios de comunicación, sino que cada uno debe ponerse a pensar en lo que hace. ¿Será el culpable el tiempo y lo veloz del vivir de hoy? No sé, yo apenas hablo con mis padres, pero no es por culpa ni de la computadora ni de la televisión. Es por otra cuestión
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