Y tanto el uno como el otro fueron sombra de un mismo reflejo, buscándose a sí mismos, repitiéndose recíprocamente sin saber ya quién había comenzado.
Era una danza y la música comenzaba a hacerse lenta, aunque estrepitosa, marcada con quiebres abruptos, radicales, violentos. La melodía ya casi ni se oía y sin embargo las sombras seguían danzando, más distantes, apenas ya también ellas fluctuando en inercia infinita, Insinuando aproximarse de pronto, más lejos después, ya perdiéndose, ya volviéndose a encontrar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario