miércoles, 23 de agosto de 2017

El libro

Yo soy lo que queda del libro que alguien dejó olvidado al borde del río. Esta es mi historia. Antes del tsunami era un libro de autoayuda. Creo que era una mujer la que me estaba leyendo en aquel momento. Me trataba bien, no como mi antiguo dueño, el que me regaló. Ella hojeaba mis páginas con delicadeza, repetía pausadamente las frases que le agradaban. Su voz era suave. Lo último que escuché fue su grito, luego caí. Supuse que no le gustó lo que leyó. Recién después comprendí todo, con el agua despedazándome de a hojas, y las palabras que se escurrían de ellas, letra por letra algunas. Fue así como conseguí armarme de vuelta, con los restos que quedaban de mi antiguo yo. Ya no pude ni quise volver a ser lo que era. Me propuse ser un libro de poesía, aún a sabiendas de que estos eran menos populares y que mi suerte sería incierta, trágica tal vez. Intenté hacer poesía, quise decir luz pero no brillaba. Entonces lloré, como lloran los libros, en el espacio vacío de una página en blanco, y me sentí pobre. Traté de recordar alguna frase de mi antigua vida, de esas con las que conseguía ayudar a los demás.  Solo me vino a la memoria el grito de aquella mujer y algo de su voz. Eso es lo que queda en mí: un grito, una voz. 

Algo me dice que el resto de mis antiguas partes están haciendo lo mismo. Se me hace verlos formarse como yo, con letras y espacios y comas y puntos. Filosofía, historia, religión, tal vez poesía, también otros. Sé que algo de eso me pertenece, como yo a ellos. Quizá yo sea eso, una parte que se va transfigurando, y todos ellos, yo, nosotros, seamos uno solo, confuso, como un libro que se está escribiendo desde adentro de un tsunami. 

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